Rodada con sólo 27.000 dólares y sin parecer gran cosa a primera vista, Anonymous 616 podría haber sido otro rancio simulacro de porno de tortura condenado a vagar por el limbo de la educada indiferencia. Desde luego, esta no era una opción para el director Mike Boss, que decidió asaltar brutalmente la moral y los nervios del espectador. Apoyada en un guión ingenioso y en un cierto espesor temático, la violencia física y psicológica utilizada por nuestro "héroe" no pertenece al ámbito de la "diversión de feria", sino que arañará la incomodidad y el desasosiego hasta los huesos. Es una película ultraviolenta, inconveniente y de alto concepto, plagada de algunas torpezas en la escritura, pero su mezquindad desinhibida y su extremismo sádico hacen un mundo de bien.