A diferencia de los vampiros y los zombis, los hombres lobo nunca han tenido su edad de oro moderna. Por eso es una excelente sorpresa y un soplo de aire fresco ver a la directora de Montreal Amelia Moses abordar el tema con tanta mordacidad y un profundo amor por el género. Maquillaje de la vieja escuela, suspense creciente, banda sonora embriagadora, interpretaciones acertadas y alegorías conmovedoras componen esta película de terror muy disfrutable en la que la licantropía se hace eco de una peligrosa alienación creativa.