En Wicked City, Yoshiaki Kawajiri retrató un enfrentamiento entre humanos y demonios en el corazón del Japón moderno, tomando prestados los códigos occidentales y no rehuyendo un poco de explotación. Con Demon City Shinjuku, el director pretende contar una historia muy similar, pero en un tono más mainstream y profundamente japonés. Aunque la película cruza menos fronteras que su predecesora, lleva el sello de su creador, tan creativo como siempre. Demon City Shinjuku traumatizó a toda una generación de cineastas occidentales, empezando por Guillermo del Toro, que tomó prestada una escena entera en su brillante Blade II, e incluso James Cameron, consumidor habitual de animación japonesa, que bien podría haber encontrado aquí la inspiración para la famosa escena del jardín de infancia de Terminator 2: El juicio final...