A pesar de sus numerosos problemas de producción (suicidio de uno de los actores poco después del rodaje, nuevos rodajes, cambio de título a última hora, etc.), este slasher británico (que intenta hacerse pasar por americano) consigue destacar entre la multitud ofreciendo un alegre y divertido juego de matanzas. Asesinatos inventivos, pechos exhibidos al menor pretexto, sublime banda sonora a la antigua usanza y maravillosa sobreactuación del reparto: El día de los inocentes es el menú maxi-maxi del mejor slasher: un poco indigesto y poco refinado, pero se termina con una gran sonrisa saciada en la cara.