Deseoso de crear una atmósfera de creciente inquietud, el cineasta concibe cada elemento de su película (dirección, banda sonora, montaje, diseño de sonido, etc.) como engranajes de una imparable máquina de oscuridad. Imagina la escena de la cena de La matanza de Texas extendida a lo largo de 1 hora y 30 minutos, y tendrás una idea de lo que es este insano viaje de paletos.