Mausoleum es uno de los cientos de carretes desviados que hoy han caído en el olvido, pero que en su día hicieron las delicias de los okupas de las secciones de terror de los videoclubs. Aunque la película no sea de la más alta calidad formal, hay que alabar su ingeniería gore y su gran bestiario (con mención especial para los "pechos demoníacos"), así como el trabajo del brillante y prolífico maquillador John Carl Buechler (colaborador habitual de Stuart Gordon). Es cursi, tonta, sexy, un poco borde (es pura explotación de los 80), y muy generosa y entretenida.