Flotando en una niebla de onirismo torturado, New Religion es un hipnótico drama fantástico que encuentra su sitio entre el cine de David Lynch y Kiyoshi Kurosawa. La forma es tan sublime como el nebuloso contenido, pero si la primera película de Keishi Kondo deja al espectador tan a oscuras, tanto mejor para devanarse los sesos y rascar sus emociones enterradas. Bajo esta opaca capa de oscuridad, la película, lejos de ser abstrusa, traza un escalofriante retrato de una sociedad perdida y desgarrada, y un conmovedor y humanista retrato de una madre en duelo.